jueves, 3 de junio de 2010

LA COMPETENCIA LECTORA

29 comentarios:

  1. 46 Seminario de primavera 2004


    Un nuevo enfoque de la competencia lectora
    basado en diferentes tipos de comprensión

    Ponencias

    algunos artículos de prensa inducen

    también a este tipo de comprensión.

    c) Comprensión simbólica y conceptual:
    este tipo de comprensión se relaciona
    completamente con el lenguaje y sus
    significados (afecta a un dominio
    general) en todos sus niveles (léxico,
    gramática, conceptos, metáforas,
    moraleja...). También abarca la
    comprensión de la estructura, la
    organización y estilo del discurso e,
    incluso, de otros símbolos que, como los
    religiosos o ideológicos, condicionan la
    comprensión final de lo leído. Este tipo
    de comprensión se genera ante cualquier
    tipo de texto, incluyendo también los
    diálogos.

    d) Comprensión científica: este tipo de
    comprensión podría identificarse como
    un subtipo de la comprensión simbólica
    y conceptual, pero adquiere su identidad
    porque se asocia a diversos dominios
    específicos (científicos y académicos) y a
    un tipo de texto también específico: el
    texto expositivo. En este tipo de
    comprensión prima la dimensión
    cognitiva. En ella, las explicaciones
    poseen un fuerte contenido causal y un
    alto grado de abstracción, basándose en
    teorías bien construidas y hechos bien
    articulados que resultan coherentes. Este
    tipo de comprensión promueve un buen
    número de analogías, como también
    induce el uso de un razonamiento
    lógico, analítico y objetivo. Los ensayos,
    los textos académicos, los libros de texto

    y algunos textos discontinuos (mapas
    conceptuales, diagramas de flujo...) son
    buenos ejemplos de los tipos de texto
    que facilitan este modo de comprensión.

    e) Comprensión episódica y espacial: este
    tipo de comprensión se relaciona
    tanto con la información espacial
    descrita semánticamente en el texto
    como con los diferentes tipos de
    expresión gráfica explicitada (fotos,
    dibujos, diagramas, esquemas, tablas,
    mapas...). Implica un tipo de
    conocimiento sobre el mundo que
    demanda, además, una orientación
    espacial. Las partes descriptivas
    y espaciales de los textos, las imágenes
    incluidas en textos continuos,
    así como prácticamente todos
    los textos discontinuos (e. g., cómics,
    tablas, diagramas, dibujos, mapas...)
    requieren de este tipo de
    comprensión.

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  2. f) Comprensión metacognitiva: el lector
    también conoce directamente su grado
    de comprensión, lo que adquiere un
    valor funcional, pues con esta
    información el individuo sabe a cada
    instante si el estudio de un fenómeno
    requiere mayor o menor número
    de recursos o grado de esfuerzo
    cognitivo. Este conocimiento se
    adquiere como fruto de la información
    autobiográfica acumulada acerca de
    nuestras propias cogniciones, sobre
    la forma de orientarla y sobre el control
    que se tiene de las mismas. Se produce
    con todo tipo de textos.

    47 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Un nuevo enfoque de la competencia lectora
    basado en diferentes tipos de comprensión

    Ponencias

    Aunque resulta probable que todos estos
    tipos de comprensión se produzcan ante
    cualquier tipo de texto, se reconoce, no
    obstante, que la representación de los tipos de
    comprensión se verá afectada según el tipo
    de texto. De esta manera, resulta plausible
    pensar que un libro de texto de lengua,
    pongamos por caso, requerirá de
    conocimientos del lenguaje y de un tipo
    de comprensión conceptual y simbólica, pero
    no necesariamente de una comprensión
    empática o de una comprensión orientada a
    una meta. Caso muy distinto podría ser el
    de un texto narrativo, donde el lector muy
    probablemente necesitará de un tipo de
    comprensión empática u orientada a una
    meta para entender las acciones de los
    personajes.

    De nuevo la competencia “asimétrica”
    de los lectores. Algunas implicaciones
    educativas

    De la misma forma que hacíamos con el
    término comprensión, podemos distinguir
    varios tipos de competencia lectora. Un mismo
    lector puede poseer distintos tipos de
    competencia o si, se prefiere, distintos grados
    de asimetría. En este sentido, los tipos de
    comprensión pueden ofrecernos información
    precisa acerca de la competencia lectora de
    un lector determinado, pues aun siendo muy
    competente ante un tipo de texto
    determinado, no tiene por qué serlo ante
    otros. Del mismo modo, otro lector puede ser
    más hábil en una situación determinada, pero
    no en otra o puede disponer de buenos
    conocimientos para acceder al contenido de

    un texto, pero no los tiene para otros.
    Consecuentemente, la competencia lectora
    no debe considerarse como un “rasgo”
    general que posee un determinado
    lector, sino más bien como el reflejo de una
    situación en la que pueden existir diferentes
    pesos o descompensaciones según nos
    refiramos a un determinado tipo de texto, a
    un determinado tipo de comprensión,
    a un determinado tipo de contexto o a una
    determinada actividad. Esta forma de
    aproximarse a la evaluación de la
    competencia lectora nos parece más “natural
    y real” que otras que se han venido realizando
    anteriormente, pues nos puede ofrecer una
    mayor información sobre los posibles
    problemas que pueden delimitar la
    competencia lectora de cualquier persona y
    ofrecer así una mayor diversidad entre los
    posibles problemas que intervienen en la
    lectura.

    Esta aproximación de competencia lectora
    se está contrastando actualmente en un
    amplio estudio que se viene realizando en la
    Comunidad de Madrid con resultados
    esperanzadores. Dentro de sus objetivos, la
    investigación se está dirigiendo a profundizar
    sobre la evolución de los tipos de
    comprensión, esto es, a analizar cuáles de los
    tipos de comprensión resultan más fáciles
    para los lectores más jóvenes. Se sabe, por
    ejemplo, que uno de los tipos de
    comprensión que poseen los lectores de
    muy corta edad es la comprensión empática

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  3. o de los otros. Por ello, resulta plausible
    pensar que si este tipo de comprensión está
    suficientemente desarrollado, la enseñanza y
    48 Seminario de primavera 2004


    Un nuevo enfoque de la competencia lectora
    basado en diferentes tipos de comprensión

    Ponencias

    las actividades lectoras pueden iniciarse en
    los tipos de conocimientos que promueven
    este tipo de comprensión. Resulta muy
    importante adecuar las demandas de la tarea
    a los conocimientos que posee el lector y al
    contexto donde se produce.

    Otro de los objetivos de la investigación
    actual se dirige a analizar las posibles formas
    de evaluación. Una enorme ventaja de esta
    concepción de la competencia lectora es que
    permite un análisis segmentado en tipos de
    comprensión, con lo que puede establecerse
    un perfil de competencia lectora “asimétrico”
    en función de conocimientos, tipos de
    comprensión y tipos de texto para cada
    lector. De esta manera, puede ajustarse mejor
    a las diferencias individuales de los alumnos.
    La investigación sobre este aspecto permite
    la elaboración de diferentes escalas
    de evaluación adaptadas a los distintos niveles
    educativos.

    Otro objetivo de esta investigación reside
    en impulsar criterios de calidad de los
    materiales didácticos. Con este objetivo
    pueden diseñarse nuevos textos en función de
    los tipos, de la dificultad y de los niveles
    académicos a los que vayan dirigidos, lecturas
    dirigidas a potenciar diferentes tipos
    de comprensión, de textos y diferentes
    contextos, adecuados al nivel educativo
    de los alumnos.

    Finalmente, nos gustaría señalar que la
    investigación en sí misma no basta para atajar
    un problema tan serio como es el de la
    lectura. Baste señalar aquí que cualquier
    forma de mitigar este problema de

    comprensión tan enquistado pasa
    obligatoriamente por ofrecer situaciones de
    aprendizaje que, mejoradas por la enseñanza
    explícita, incidan en tareas que exijan
    reestructuración cognitiva, tareas que
    conlleven una actividad mental reflexiva
    sostenida, y que afecten tanto a las
    actividades desarrolladas en el aula como a
    los materiales didácticos de los alumnos. Pero
    para llevar a cabo este objetivo tan
    importante, debemos tener presente que este
    problema es un problema que nos atañe a
    todos los docentes, tanto a los que pertenecen
    a la enseñanza Primaria y Secundaria, como a
    los que nos dedicamos a la enseñanza
    universitaria. Es duro reconocer que este
    problema de la comprensión se ha extendido
    por todo el ámbito universitario y suele ser un
    común denominador del fracaso académico
    en cualquiera de sus fases y desarrollo. Es
    más, este problema también ha transcendido
    al ámbito extraacadémico, convirtiéndose en
    un problema social. Por ello, las dificultades
    lectoras corresponden a un problema
    enormemente complejo que afecta de manera
    transversal al alumno y en cuyo estudio están
    implicadas múltiples áreas de conocimiento y
    también, como no, múltiples especialistas. Se
    hace necesario, por tanto, que docentes,
    editoriales y especialistas de la lectura
    hablemos un mismo lenguaje de cara a
    coordinar esfuerzos y promover soluciones.

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  4. Bibliografía

    CHARNESS, N. Y SCHULTETUS, R. S. (1999). Knowledge
    and expertise. En F. Durso (Ed.), Handbook of applied
    cognition (pp. 57-81). Chichester, England: John Wiley
    & Sons Ltd.

    49 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Un nuevo enfoque de la competencia lectora
    basado en diferentes tipos de comprensión

    Ponencias

    INCE (1997). Tercer Estudio Internacional de
    Matemáticas y Ciencias (TIMSS). MEC. Madrid.

    INCE (2003). Conocimiento y destrezas de los alumnos de
    15 años. Resultados en España del estudio PISA 2000.

    MEC. Madrid.

    LEÓN, J. A. (1996). Prensa y Educación. Un enfoque
    cognitivo. Buenos Aires: Aique.


    LEÓN, J. A. (2003). Una introducción a los procesos de
    inferencias en la comprensión del discurso escrito.
    En J. A. León (Coord.), Conocimiento y discurso. Claves
    para inferir y comprender (pp. 23-43). Madrid: Pirámide.


    LEÓN, J. A. (2004). Adquisición de conocimiento y
    comprensión. Origen, evolución y método. Madrid:
    Biblioteca Nueva.


    RAE (2001). Diccionario de la Lengua de la Real
    Academia Española. Vigésima segunda edición.
    Madrid: Espasa Calpe, S. A.

    VIZCARRO, C. Y LEÓN, J. A. (Coords.) (1998). Nuevas
    tecnologías para el aprendizaje. Madrid: Pirámide.

    50 Seminario de primavera 2004


    IV
    La lectura y las
    Humanidades


    Carlos García Gual

    Catedrático de Filología Griega de la Universidad
    Complutense de Madrid


    Ponencias
    La lectura y las Humanidades

    V
    V
    oy a comenzar esta charla con una cita
    algo larga, pero que explicita la
    perspectiva teórica de lo que voy a
    sugerir luego. Viene de la Antropología
    filosófica de Ernst Cassirer (1944; citado por la
    traducción española, México, FCE, 1963,
    pp. 302-303) y dice así:

    “El arte y la historia representan los
    instrumentos más poderosos en nuestro
    estudio de la naturaleza humana. ¿Qué
    conoceríamos del hombre sin estas dos
    fuentes de información? Dependeríamos
    de los datos de nuestra vida personal, que
    sólo nos pueden proporcionar una visión
    subjetiva y que, en el mejor de los casos,
    no son más que fragmentos dispersos del
    espejo roto de la humanidad. En realidad, si
    deseamos completar el cuadro esbozado por
    estos datos introspectivos, tenemos que
    apelar a métodos más objetivos: hacer
    experimentos psicológicos o recoger
    hechos estadísticos. Pero, a pesar de
    esto, nuestro retrato del hombre
    sería inerte y sin color. Encontraríamos al
    hombre medio, el hombre de nuestro
    trato práctico y social diario.
    En las grandes obras de historia y de arte
    comenzamos a ver, tras esta máscara del
    hombre convencional, los rasgos del hombre
    real, individual. Para encontrarlo tenemos que
    acudir a los grandes historiadores o a los
    grandes poetas, a los escritores trágicos como
    Eurípides o Shakespeare, a los escritores
    cómicos como Cervantes, Molière

    o Laurence Sterne, o a nuestros novelistas
    modernos como Dickens o Theackeray,
    Balzac o Flaubert, Gogol o Dostoyevski. La
    poesía no es mera imitación de la naturaleza;
    la historia no es una narración de hechos
    y acontecimientos muertos. La historia, lo
    mismo que la poesía, es un órgano del
    conocimiento de nosotros mismos, un
    instrumento indispensable para construir
    nuestro universo humano”.

    Leemos no sólo para conocer la realidad
    externa y objetiva, sino para entender e
    interpretar el mundo. Nuestra educación nos
    ayuda a orientarnos y encontrar un sentido
    a la vida, no sólo para comprender el entorno
    inmediato y cotidiano y actuar en él, sino
    para formarnos imágenes personales del
    universo y el ser humano, y con ellas
    configurar un mundo propio interior. La
    información objetiva sobre lo real, actualizada
    y garantizada por el progreso científico,
    resulta imprescindible en la educación, pero
    junto a ella aparece siempre ese otro universo
    imaginario, sentimental y moral que nos
    proporciona la cultura más humana

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  5. o humanística. En la formación de esa cultura
    de la sensibilidad y la imaginación, en la
    52 Seminario de primavera 2004


    La lectura y las Humanidades

    Ponencias

    formación de ese mundo simbólico,
    la literatura, el arte, la filosofía y la historia
    son elementos esenciales. Nuestra experiencia
    personal nos suministra algunos datos para
    una visión personal de ese universo, pero son
    tremendamente reducidos, miopes y
    parciales, en contraste con el mundo
    simbólico de horizontes infinitos y fantásticos
    de nuestras lecturas. Las grandes aventuras,
    los grandes personajes, las grandes
    palabras y las miradas en lo profundo están
    en los textos de la tradición cultural
    a los que accedemos mediante la lectura.
    Los libros nos abren los horizontes del
    espíritu humano.

    Pasado y presente

    Vivimos un período de tiempo corto
    y limitado, en un contexto social muy
    particular, pero la cultura nos permite
    franquear los límites de nuestra efímera
    y fragmentaria existencia al ofrecernos una
    perspectiva vicaria mucho más general del
    mundo. Y no sólo del presente, sino también
    del pasado. Gracias a esa larga tradición
    cultural, que nos permite leer a los grandes
    escritores de otros tiempos, acceder a los
    grandes textos, podemos tener una idea
    del ser humano más intensa y dramática.
    Porque lo que caracteriza al ser humano
    es justamente esa capacidad de construir
    su universo imaginario, ese mundo simbólico,
    y en él moverse a través de los tiempos
    buscando un sentido a la existencia desde
    ese amplio marco. Por eso para cualquier ser
    humano libre el conocimiento del pasado, la
    memoria y la reinterpretación de su herencia

    cultural son una tarea ineludible, ayer y hoy,
    generación tras generación.

    Los estudios llamados de Letras o de
    Humanidades se ocupan fundamentalmente
    de la transmisión y reinterpretación actual del
    legado cultural, es decir, de mantener el
    conocimiento del pasado, en lo que más nos
    interesa de éste, para nuestra educación
    general. Ese conocimiento no es mera
    repetición ni algo fosilizado, sino, muy al
    contrario, una memoria que se reacomoda
    desde el presente según las perspectivas
    históricas y los avances de la investigación.
    De ahí que podamos hablar de una constante
    relectura del pasado, según cada época y sus
    nuevas preguntas e inquietudes. El saber del
    pasado se reinterpreta desde nuestra
    perspectiva histórica. Los estudios filológicos,
    y los históricos y filosóficos nos invitan a una
    lectura renovada de los grandes textos
    a medida que las investigaciones aportan
    nuevos datos y enfoques críticos nuevos. Por
    ejemplo, nuestra visión de Homero y el
    mundo homérico es muy distinta de la del
    siglo XIX tras los estudios de la poesía oral, el
    desciframiento del micénico, las excavaciones
    arqueológicas, etc.

    Cada una de las disciplinas humanísticas
    –la literatura, la historia, la filosofía, la historia
    del arte– tiene su propio enfoque y su
    metodología propia especializada en el
    estudio del pasado desde su propia y parcial
    perspectiva científica. Pero, al menos en
    principio, el acudir a la lectura de los grandes
    textos parece un rasgo común en la didáctica
    de todos ellos. En esa tarea pedagógica de

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  6. 53 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    La lectura y las Humanidades

    Ponencias

    iniciación a la lectura compete al docente el
    seleccionarlos, según un programa bien
    meditado y razonado (en el que se tenga en
    cuenta la edad y el nivel de los alumnos), el
    situar los textos en sus contextos (tarea
    esencial para precisar el sentido cabal de sus
    palabras), el destacar la originalidad y las
    influencias de cada uno (dando referencias a
    cómo se insertan en la tradición) y el valorar
    su significado en el decurso histórico y su
    interés para el presente. Según la perspectiva
    que se adopte se prestará una atención mayor

    o menor a su forma expresiva, a la lengua y la
    poética, o se pondrá el énfasis en su
    contenido conceptual y su trasfondo de ideas.
    Pero, de modo general, es en la ordenación de
    los textos, en la propuesta de un método
    de análisis y comprensión, en las referencias
    acerca del contexto que permiten comprender
    mejor formas y contenidos, donde debe
    actuar el profesor como introductor y guía
    iniciático de la lectura de las grandes obras.
    Los clásicos

    Esos grandes textos son los que llamamos
    “clásicos”, es decir, los libros “con clase”, los
    que han sobrevivido al olvido gracias al fervor
    de muchas generaciones de lectores.
    Constituyen, como decía Schopenhauer, “la
    literatura pemanente”, die bleibende Literatur,
    los que pueden leerse y releerse
    indefinidamente, porque, según Calvino,
    “siempre tienen algo más que decir”. No voy
    a detenerme ahora de nuevo en intentar
    definirlos –no repetiré lo que escribí en El
    descrédito de la literatura–, pero sí recordaré
    que hay clásicos universales y clásicos

    nacionales, según su mayor o menor difusión
    y la relevancia que tenga la brillantez de la
    lengua en su prestigio (Cervantes es de los
    primeros y Garcilaso o Quevedo, por
    ejemplo, de los segundos). En todo caso, los
    clásicos forman el núcleo duro de la literatura
    de un país y de una tradición literaria. Son las
    voces que se mantienen vivas y resonantes en
    una cultura. La atención a los clásicos es un
    buen índice de la vitalidad de la tradición
    cultural.

    Relacionado con la lectura de los clásicos
    está el tema del canon o lista de esos autores
    y textos de larga pervivencia. Hablar del
    canon literario se puso de moda hace pocos
    años (con motivo del libro de H. Bloom
    El canon occidental ), y sobre ello no vale la
    pena volver ahora en detalle. Bastará con
    subrayar que el canon cumple una clara
    función económica en la educación y resulta
    muy significativa su confección y sus
    variantes. De cara a la educación sería
    oportuno y muy interesante el consenso
    sobre un canon no nacional, sino europeo,
    en el que no quedaran excluidos los autores
    antiguos, que fueron los “clásicos”* por
    excelencia de toda Europa durante muchos
    siglos (como hace, por ejemplo, el libro del
    crítico norteamericano recién citado). Pero el
    conflicto entre los textos clásicos nacionales y
    los otros complica esa selección, que presenta
    fuertes prejuicios políticos en su trasfondo.

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  7. La lectura de los clásicos

    La lectura de textos como los aludidos
    requiere tiempo, silencio y una cierta

    54 Seminario de primavera 2004


    La lectura y las Humanidades

    Ponencias

    soledad. Leer textos profundos y complejos,
    que vienen de otras épocas y están escritos
    con brillante riqueza de ideas, de imágenes
    y de palabras, obliga siempre a cierto esfuerzo
    intelectual, un esfuerzo que una buena
    educación debe fomentar con convicción y
    astucia. Lo que decimos de la literatura
    puede decirse también de clásicos en otros
    ámbitos, por ejemplo, los del arte plástico o
    los de la música. Es una tarea del educador
    hacer apreciar esos textos, esos cuadros y esas
    músicas, no como un tedioso deber, sino como
    un ejercicio mental valioso y divertido, de
    perdurable y placentera recompensa personal.

    Es cierto que puede resultar algo difícil en
    un contexto cultural como el presente, donde
    los medios audiovisuales ejercen un
    indiscutible imperio sobre el mercado y en la
    difusión masiva de sus mensajes, y donde, por
    otro lado, cunde la satisfacción con lo más
    actual y efímero, y un notorio desdén por
    todo el pasado, en un ambiente cada vez más
    unidimensional, según el diagnóstico agudo
    del filósofo Herbert Marcuse. La competencia
    entre imágenes y lecturas suele saldarse con
    un rotundo dominio de las primeras. Pero
    conviene no olvidar la enorme diferencia
    entre unas y otras respecto al valor intelectual
    y hondura crítica. Sólo podemos dejar
    apuntado este tema obvio, y evidente en la
    decadencia actual de la lectura en la
    educación. Pero voy a despedirlo citando
    unas líneas de F. Savater (en su libro Loor al
    leer, Madrid, 1998, pp. 81-82):

    “El hecho mismo de leer es más intelectual
    que el de contemplar una sucesión de

    imágenes, por bien seleccionadas que estén.
    Por decirlo de otro modo, no es que la
    televisión sea per se más sensacionalista que
    los periódicos, sino que las imágenes son en sí
    mismas más sensacionales que las palabras.
    Hasta en el peor de los casos, leer es ya una
    forma de pensar, mientras que las imágenes
    por sí solas se limitan tumultosamente a
    estimular maneras de sentir o de padecer. Por
    decirlo con las palabras de Giovani Sartori,
    que ha estudiado con agudeza estos temas, ‘el
    hombre que lee, el hombre de la Galaxia
    Gutenberg, está constreñido a ser un animal
    mental, el hombre que mira y nada más es
    únicamente un animal ocular’ (‘Videopoder’
    en Elementos de teoría política)”.

    Uno de los problemas del educador actual
    es que está obligado a enfrentarse a alumnos
    que son televidentes natos, por así decir,
    acostumbrados a recibir torrentes de
    imágenes de su televisor, consumidor pasivo
    de imágenes sensacionalistas, de modo
    cómodo, en un lenguaje elemental y que no
    estimula la reflexión. Leer obliga a imaginar,
    y mucho más cuando se leen textos arduos y
    hondos como suelen ser los de los clásicos.
    Ser vulgar y superficial tiene a su favor
    siempre que es lo más cómodo, y no precisa
    ningún esfuerzo (al menos para la gran
    mayoría).

    Comentaré de paso que las adaptaciones
    de textos literarios en resúmenes para niños

    o adolescentes son casi siempre más útiles
    que las versiones cinematográficas. La
    película Troya, por ejemplo, resulta un vulgar
    apaño y destrozo sensacionalista del mito
    55 La competencia lectora, clave del aprendizaje

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  8. La lectura y las Humanidades

    Ponencias

    homérico, mientras que hay ágiles y fieles
    versiones abreviadas de la Ilíada para niños
    que logran un buen rendimiento didáctico.

    La inactualidad y la atractiva extrañeza
    de los clásicos

    No es, sin embargo, ése el único obstáculo
    para la lectura de los grandes textos. También
    la pedantería de los profesores, la erudición
    excesiva e inoportuna, esos abusos en los
    comentarios de segunda mano tan frecuentes,
    así como la imposición de ciertos textos
    arduos y complejos poco apropiados a la
    edad de los lectores contribuyen al escaso
    aprecio que muchos tienen por los clásicos.
    Deberíamos promocionar su lectura
    subrayando cómo el atractivo de esos textos
    va muchas veces unido a una cierta extrañeza
    y distancia del presente. Es justamente
    porque esos textos hablan de lo más hondo
    y universal, de figuras míticas y grandes
    pasiones con palabras de largos ecos,
    de modo singular e irrepetible, por lo que
    merecen volver a ser leídos con fervor. Y ser
    recordados y releídos, como esos poemas
    que antes se memorizaban, porque ofrecen
    algo que vale la pena conocer y meditar
    y reimaginar, porque nos siguen
    conmoviendo y admirando por encima
    de las distancias.

    La extrañeza y la inactualidad de esos
    textos antiguos, pero no viejos –que los
    distancian de la literatura periodística
    y los best sellers sensacionalistas de rápido
    consumo, textos de leer y tirar–, debe ser
    destacada como un valor positivo. Si la

    literatura es conocimiento del mundo y de los
    otros, cobra más interés cuando no se limita a
    presentar a los seres próximos y más
    parecidos a nosotros, y nos enriquece cuando
    nos introduce en otros tiempos y en otras
    figuras humanas de intensa y atractiva
    personalidad, más allá de motivos
    sensacionalistas o pintorescos. Son, en efecto,
    innumerables las historias y los personajes
    de la literatura. Pero clásicos son unos pocos
    que merecen salvarse del gigantesco
    naufragio del tiempo y del olvido, porque aún
    siguen diciéndonos algo singular mejor que
    ningún otro texto, con una voz propia
    e inconfundible.

    Y los profesores de literatura deberíamos
    ayudar a la comprensión precisa y clara de
    esos textos que nos abren la mirada hacia
    los otros –mucho más que ciertos textos
    contemporáneos de calidad muy inferior,
    aunque acaso más fáciles de comentar en
    clase– y nos ayudan a configurar un mundo
    imaginario más rico, poniendo de relieve la
    hondura y extrañeza de esas obras literarias.

    Quisiera concluir citando unas líneas
    de C. S. Lewis del epílogo de su libro La
    experiencia de leer (Madrid, Alba, 2000,
    pp. 137-8):

    “Por el momento sólo puedo responder de
    forma aproximada diciendo que en ese tipo
    de lectura lo que buscamos es una ampliación
    de nuestro ser. Queremos ser más de lo que
    somos. Por naturaleza, cada uno de nosotros
    ve el mundo desde un punto de vista y con
    un criterio selectivo que le son propios [...].

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  9. 56 Seminario de primavera 2004


    La lectura y las Humanidades

    Ponencias

    No podemos creer que los raíles se estrechan
    a medida que se alejan. No sólo en ese nivel
    inferior queremos evitar las ilusiones de
    perspectiva. Queremos ver también con otros
    ojos, imaginar con otras imaginaciones,
    sentir con otros corazones. No nos
    conformamos con ser mónadas leibnizianas.
    Queremos ventanas. La literatura, en su
    aspecto de logos, es una serie de ventanas,
    e incluso de puertas. Una de las cosas que
    sentimos después de haber leído una gran
    obra es que hemos ‘salido’; o, desde otro
    punto de vista, ‘entrado’, porque hemos
    atravesado la concha de alguna otra mónada
    y hemos descubierto cómo es por dentro...

    La experiencia literaria cura la herida de la
    individualidad, sin socavar sus privilegios”.

    * Sobre los clásicos antiguos, los de Grecia y Roma,
    que están en la base y cuya influencia persiste a lo
    largo de la literatura occidental, mis ideas coinciden
    con las expuestas por T. S. Eliot en un viejo artículo,
    “Los clásicos y el hombre de letras” (recogido en
    Criticar al crítico, Madrid, Alianza, 1967), del que me
    parece oportuno citar un párrafo:
    “Pero el mantenimiento de esta cultura humanística
    no sería bastante, y ni siquiera posible, si no se puede
    cultivar en un número mucho mayor de personas
    (mayor que el reducido grupo de especialistas y
    eruditos) ciertas nociones de las civilizaciones de
    Grecia y Roma, cierto respeto por sus realizaciones,
    cierta comprensión de la relación entre su historia y la
    nuestra, y cierto conocimiento de su literatura y de su
    saber, en traducciones, en quienes, como yo, no
    recuerdan lo suficiente para leer con facilidad los
    originales y en los que nunca estudiaron esas lenguas.
    Un coto cerrado de erudición sería ineficaz si no puede
    difundirse un respeto y una apreciación mucho
    mayores de la importancia de lo que es objeto de esa

    erudición, entre aquellos que nunca llegarán a tener de
    ello un conocimiento directo.” (o. c., P. 212).

    Sobre la presencia de los grandes clásicos antiguos
    en el canon académico de una universidad
    norteamericana, véase el interesante testimonio de
    David Denby, Los grandes libros, Madrid, Acento, 1997.

    57 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    V
    La lectura
    y las Ciencias

    José Manuel Sánchez Ron

    Catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad
    Autónoma de Madrid


    Ponencias
    La lectura y las Ciencias

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  10. V
    V
    ivimos en tiempos si no de crisis
    sí de cambios. De cambios profundos
    y continuos que afectan con gran
    rapidez a nuestras existencias. Cambian
    los objetos con los que nos relacionamos;
    la estabilidad y tipos de trabajos que podemos
    esperar; los momentos, frecuencias e incluso
    maneras de procrear; las formas en que
    nos relacionamos y comunicamos; las
    perspectivas que nos aguardan al envejecer.
    Sentimos, por mucha que sea nuestra
    ignorancia en ciencia, que nuestras vidas,
    nuestros presentes y nuestros futuros,
    dependen de los resultados de las
    investigaciones que llevan a cabo científicos
    a lo largo y ancho del planeta. José Ortega
    y Gasset debió de sentir algo del estilo
    cuando escribió en 1923, en su libro El tema
    de nuestro tiempo: “Nuestra generación, si no
    quiere quedar a espaldas de su propio destino,
    tiene que orientarse en los caracteres
    generales de la ciencia que hoy se hace,
    en vez de fijarse en la política del presente,
    que es toda ella anacrónica y mera resonancia
    de una sensibilidad fenecida. De lo que hoy se
    empieza a pensar depende lo que mañana
    se vivirá en las plazuelas”. El astrofísico,
    ensayista y divulgador científico Carl Sagan
    lo dijo en uno de sus libros (Cosmos) de otra
    forma, equivalente y no menos rotunda:
    “La época actual es una encrucijada histórica
    para nuestra civilización y quizá para nuestra
    especie. Sea cual fuere el camino que sigamos,
    nuestro destino está ligado indisolublemente
    a la ciencia. Es esencial para nuestra simple
    supervivencia que comprendamos la ciencia”.


    Es esencial, sí, pero ¿cómo lograrlo?
    A pesar del tiempo que ha transcurrido, aún
    continúa siendo válida la famosa expresión
    popularizada por Charles Snow en 1959
    de las “dos culturas”, del abismo que separa
    a la cultura humanista (firmemente
    introducida en el conjunto de la sociedad)
    de la científica. “La vida intelectual de toda
    sociedad occidental”, afirmó en aquella
    ocasión Snow, “se divide cada vez más en
    dos grupos... Los intelectuales literarios
    en un polo, y en el otro los científicos, con los
    físicos como los más representativos de éstos.
    Entre los dos grupos existe un golfo
    de mutua incomprensión, en ocasiones
    (especialmente entre los jóvenes) de
    hostilidad y antipatía, pero sobre todo
    de falta de entendimiento”.

    Existen, obviamente, varios motivos,
    fáciles de comprender, que ayudan
    a entender el porqué de este divorcio.
    La ciencia es un conjunto de conocimientos
    que necesita de un lenguaje o lenguajes
    propios, cuya adquisición requiere de una
    educación larga. Ahora bien, la difusión

    60 Seminario de primavera 2004


    Ponencias

    La lectura y las Ciencias

    e integración de la ciencia en la cultura
    no exige el conocimiento completo
    de esos lenguajes. De la misma forma que
    no saber alemán no impide conocer algo
    de la cultura germana, existen diferentes
    mecanismos para familiarizarse con los
    saberes científicos.

    Educación y ciencia

    Entre esos “diferentes mecanismos”
    que acabo de mencionar, quiero destacar
    ahora uno, cuya importancia es difícil
    de minimizar: el de la educación previa
    a la universitaria o profesional de cualquier
    tipo, esto es, las enseñanzas primaria,
    secundaria y media. En la universidad, en las
    escuelas técnicas superiores o medias de
    ingenierías, al igual que en otros centros de
    formación profesional a los que llegan
    nuestros jóvenes con, normalmente, poco
    menos de veinte años, lo importante es
    formarse para una profesión, introducir
    y comenzar a dominar un cuerpo
    de conocimientos y técnicas que deberían
    constituir la base para el desarrollo posterior
    de una profesión. No es que esos
    conocimientos no formen parte de la cultura

    ResponderEliminar
  11. Entre esos “diferentes mecanismos”
    que acabo de mencionar, quiero destacar
    ahora uno, cuya importancia es difícil
    de minimizar: el de la educación previa
    a la universitaria o profesional de cualquier
    tipo, esto es, las enseñanzas primaria,
    secundaria y media. En la universidad, en las
    escuelas técnicas superiores o medias de
    ingenierías, al igual que en otros centros de
    formación profesional a los que llegan
    nuestros jóvenes con, normalmente, poco
    menos de veinte años, lo importante es
    formarse para una profesión, introducir
    y comenzar a dominar un cuerpo
    de conocimientos y técnicas que deberían
    constituir la base para el desarrollo posterior
    de una profesión. No es que esos
    conocimientos no formen parte de la cultura

    o que no contribuyan a nuestro “desarrollo
    cultural” –en última instancia, “cultura” es
    todo aquello que constituye una sociedad–,
    pero es otro tipo de relación o desarrollo
    cultural. Por poner un ejemplo, la educación
    que recibe durante sus años de estudios
    universitarios un futuro filólogo no tiene por
    qué hacerle más informado o sensible a la
    “cultura científica”. Muchas de las
    características, conocimientos, tradiciones,
    valores o, simplemente, sensibilidades
    que terminan configurando nuestras
    personalidades se forman en la escuela y en el
    instituto (en nuestros hogares, con nuestras
    familias, también, por supuesto). Por eso,
    precisamente por eso, es tan importante
    que un conjunto de valores, tradiciones
    y métodos como los propios de la ciencia
    no sean marginados, o, digámoslo mejor
    en positivo, sean fomentados y protegidos
    especialmente en la enseñanza
    subuniversitaria, y, sobre todo, en la media.

    No es, sin embargo, esto lo que está
    sucediendo en nuestro país. Son muchas
    y frecuentes las voces que se han alzado en
    los últimos años denunciando los problemas
    que afectan a la enseñanza de las asignaturas
    científicas en la enseñanza secundaria en el
    Estado español. Problemas como unos
    programas que favorecen el que muchos
    alumnos no cursen asignaturas tan básicas
    y tan necesarias para enfrentarse al mundo
    actual como Física y Química, o como una
    tradición cultural que ve las Matemáticas
    como un pesada carga que hay que padecer
    en algún momento del Bachillerato.

    Al margen de cuestiones como el número
    de horas lectivas o los contenidos, hoy quiero
    resaltar el papel positivo que para acercar a
    los estudiantes a las ciencias tendría fomentar
    la lectura y comentario de textos científicos.
    No me refiero, por supuesto, a textos “duros”,
    técnicos, de ciencias, sino a obras
    pertenecientes a tres géneros: divulgación,
    ensayo y clásicos de la ciencia.

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  12. 61 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Ponencias

    La lectura y las Ciencias

    Divulgación científica

    Los primeros, textos de divulgación
    científica, pueden servir para introducir,
    de forma poco exigente, a los alumnos en los
    contenidos de la ciencia. No andamos escasos
    de obras de este tipo, traducidas al español

    o incluso, en algunos casos, escritas por
    españoles. Ejemplos en este sentido son obras
    como El carácter de la ley física, de Richard
    Feynman, que constituye una magnífica
    introducción al pensamiento científico en
    general y al de la física en particular; Armas,
    gérmenes y acero, de Jared Diamond, y Quienes
    somos, de Luca y Francesco Cavalli Sforza, en
    las que la historia de la humanidad
    y de los lenguajes se dan la mano con
    la biología molecular; Primavera silenciosa,
    de Rachel Carson, que todavía conserva
    la frescura y vigor que hizo de ella una obra
    fundamental para la aparición de amplios
    movimientos en pro de la conservación de
    la naturaleza; La segunda creación, de los
    padres de la oveja Dolly Ian Wilmut y Keith
    Campbell y el periodista científico Colin
    Tudge; El hombre que confundió a su mujer con
    un sombrero, del neurólogo Oliver Sacks; Lo
    que queda por descubrir, de John Maddox;
    ADN, el secreto de la vida, de James Watson,
    codescubridor de la estructura del ADN; el
    famoso, gran éxito de ventas, Historia del
    tiempo, de Stephen Hawking; El chico de
    la Gran Dolina, de José María Bermúdez
    de Castro, que con este texto introduce a sus
    lectores en apartados menos frecuentemente
    tratados de los esfuerzos por reconstruir
    nuestro pasado como especie dentro del
    grupo de los homínidos; El libro de la vida,
    de Stephen Jay Gould; Los tres primeros
    minutos, de Steven Weinberg, en el que la
    cosmología del Universo temprano y la física
    de partículas elementales se dieron la mano
    casi por primera vez; o el reciente Vida,
    naturaleza y ciencia, de Detlev Ganten,
    Thomas Deichmann y Thilo Spahl, un
    auténtico compendio de la ciencia actual.
    Por supuesto, libros del tipo de los que
    escribió Isaac Asimov también son útiles,
    aunque yo siempre he pensado que eran
    demasiado “mecánicos”, carentes de vida.

    Precisamente, sobre este último aspecto,
    el de la vida, los sentimientos en libros
    de introducción a la ciencia, voy a referirme
    a continuación, dentro de la categoría
    que he denominado “obras de ensayo”.

    Ciencia, razón y sentimientos

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  13. Durante mucho tiempo creí que la forma de
    superar el abismo entre lo que Snow
    denominó “cultura humanística” y “cultura
    científica”, de introducir la ciencia en los
    legos, que es donde reside el problema,
    la manera de reunir esas dos culturas, no
    podía ser otra que la educación, que enseñar
    a los legos qué es la ciencia y cuáles son
    sus contenidos. Educar a todos y a todas las
    edades, aunque sobre todo a los más jóvenes,
    a los niños y niñas de enseñanza primaria
    y de secundaria. Y divulgarla, también, a
    través de textos como los que he comentado.
    Hoy, sin embargo, pienso que esto, aunque
    necesario, no es suficiente. Si sólo enseñamos
    los métodos y los contenidos de la ciencia,
    difícilmente penetrará ésta realmente en las

    62 Seminario de primavera 2004


    Ponencias

    La lectura y las Ciencias

    mentes y espíritus de las personas. Sabrán
    algo de ella, pero continuará siendo para
    ellos, que no la viven diariamente, un cuerpo
    extraño. ¿Por qué? Porque le faltará vida.
    Los humanos, nunca es ocioso recordarlo,
    no somos sólo cerebro racional, lógico,
    cognitivo, sino también sentimientos,
    emociones, y por ello nunca podrá darse un
    hermanamiento completo, una comprensión
    profunda, entre la ciencia y la “humanidad”, si
    no sabemos llevar la ciencia al corazón de las
    personas. Recordemos aquello que escribió
    Aldous Huxley (Literatura y ciencia):
    “El mundo al que se refiere la literatura
    es el mundo en el que los hombres son
    engendrados, en el que viven y en el que,
    al fin, mueren; el mundo en el que aman
    y odian, en el que triunfan o se les humilla,
    en el que se desesperan o dan vuelos a sus
    esperanzas; el mundo de las penas y las
    alegrías, de la locura y el sentido común,
    de la estupidez, la hipocresía y la sabiduría;
    el mundo de toda suerte de presión social
    y de pulsión individual, de la discordia entre
    la pasión y la razón, del instinto y de las
    convenciones, del lenguaje común y de
    los sentimientos y sensaciones para los que
    no tenemos palabras... [Por el contrario] el
    químico, el físico, el fisiólogo son habitantes
    de un mundo radicalmente diverso; no del
    mundo de los fenómenos dados, sino
    de un mundo experiencial y de los fenómenos
    únicos y de las propiedades múltiples, sino
    del mundo de las regularidades cuantificadas”.

    Es, en definitiva, necesario educar
    en la ciencia, sí, pero también conmover con
    la ciencia.

    No son muchos los científicos que son
    capaces de educar y conmover. Es preciso ir
    más allá de la mera divulgación, ese territorio
    frecuentado en los últimos tiempos por
    científicos como, por ejemplo, Paul Davies,
    John Gribbin, John Barrow, Stephen
    Hawking, Roger Penrose, Ian Stewart o Lynn
    Margulis; hay que penetrar en los ricos y
    alambicados dominios en los que se funden el
    ensayo, la divulgación y la literatura. Dos
    grandes maestros y ejemplos de ese difícil
    y humanitario arte fueron el astrofísico Carl
    Sagan (1934-1996), autor de libros tan
    célebres como Los dragones del Edén, El
    cerebro de Broca o Cosmos, y el paleontólogo y
    biólogo evolutivo Stephen Jay Gould (19412002),
    que nos dejó obras como El pulgar
    del panda, ‘Brontosaurus’ y la nalga del ministro

    ResponderEliminar
  14. o La vida maravillosa.
    Ambos fueron, sin duda, magníficos
    científicos, pero no del calibre de aquellos
    cuyos nombres recordarán generaciones y
    generaciones futuras. Sin embargo,
    alcanzaron la fama y recibieron nuestra
    admiración, y ello porque supieron utilizar
    sus conocimientos profesionales para escribir
    libros maravillosos que no sólo nos educaron
    en la ciencia, sino que también conmovieron
    nuestras almas. En sus libros supieron
    engranar de mil maneras la ciencia con todo
    aquello más primitiva y sinceramente
    humano, con eso que hace que a veces
    hablemos de “la condición humana”. Fueron
    maestros en el arte de hablarnos como
    iguales, sin establecer fronteras entre el
    científico y el lego.

    63 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Ponencias

    La lectura y las Ciencias

    La ciencia no tiene por qué ser compasiva;
    por encima de cualquier otra consideración,
    lo que debe es suministrar resultados ciertos
    (dentro de los límites de apreciación válidos
    en un momento determinado). Pero a veces,
    acaso con mayor frecuencia de lo buscado,
    puede y debe ser también compasiva. En
    La falsa medida del hombre (1981), Jay Gould
    fue, probablemente más que en cualquier otro
    de sus libros, compasivo. Para los humanos de
    bien resonarán durante mucho tiempo unas
    frases memorables que escribió en aquella
    obra, que tanta ciencia nos enseñó: “Pasamos
    una sola vez por este mundo. Pocas tragedias
    pueden ser más vastas que la atrofia de la vida;
    pocas injusticias más profundas que la de
    negar una oportunidad de competir,

    o incluso esperar, mediante la imposición
    de un límite externo, que se intenta hacer
    pasar por interno”. Fue Gould un maestro en
    mostrar lo universal jugando con lo particular,
    en revelar las leyes implacables que se
    esconden en lo aparentemente más cotidiano
    y contingente, como se puede comprobar sin
    más que leer muchos de sus relatos sobre
    temas aparentemente, sólo aparentemente,
    menores, como, por ejemplo, El pulgar del
    panda, La relación entre la nalga (izquierda) de
    George Canning (secretario de Exteriores
    del Gobierno británico) y el origen de las
    especies, la cuestión de si cinco es un número
    apropiado de dedos, el interés
    de Darwin por los gusanos, la historia del
    arzobispo inglés James Ussher, que en el siglo
    XVII dio no sólo el año de la creación
    (el 4004 a. C.), sino también la fecha exacta (el
    23 de octubre), o el golpe relámpago,
    en béisbol, de Joe DiMaggio, su gran héroe.
    Necesitamos más científicos-escritores
    como éstos. Los necesitamos porque, no nos
    engañemos, la ciencia, su espíritu al igual que
    su letra, es todavía un ser extraño para
    la mayoría de la humanidad,
    independientemente de que esa misma
    mayoría de la humanidad se relacione cada
    vez con mayor frecuencia e intensidad
    con la ciencia; no importa que vayan
    introduciéndose, subrepticia o violentamente,
    nuevos términos de índole científica

    o tecnológica en los idiomas que esas mismas
    personas hablan.
    Clásicos de la ciencia

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  15. Por último están los clásicos de la ciencia.
    En principio, esas obras fueron aportaciones
    sobresalientes, si no revolucionarias, a la
    propia ciencia; objeto pues de la historia y no
    historia de la ciencia ellas mismas. Pero con
    el paso del tiempo el estatus de esas obras
    se ve modificado, incorporándose al cuerpo
    establecido de conocimientos aceptados
    (incluso lo más probable es que en
    numerosos aspectos terminen siendo
    superadas). Sin embargo, en algunos casos,
    es posible utilizarlas como instrumentos
    magníficos, singulares, para que los jóvenes
    –y también el público en general– se
    acerquen a la ciencia, para que la
    comprendan o la aprecien mejor. Clásicos
    que pueden servir a este fin son, por ejemplo,
    los Diálogos sobre los dos sistemas del mundo,
    ptolemaico y copernicano (1632), de Galileo
    Galilei. El arte narrativo de Galileo, su
    dominio del diálogo entre los tres

    64 Seminario de primavera 2004


    Ponencias

    La lectura y las Ciencias

    protagonistas del libro, Sagredo, Salviati y
    Simplicio, la lógica que constantemente
    preside las conversaciones que construye
    y su habilidad para presentar los sistemas
    heliocéntrico y geocéntrico todavía son hoy,
    casi cuatrocientos años después de la
    publicación de los Diálogos, un poderoso y
    subyugador instrumento de introducción a la
    esencia de lo que es la ciencia.

    El origen de las especies (1859), de Charles
    Darwin, es otra de esas obras. Se trata, como
    es bien sabido, de un libro que dio origen
    a una auténtica revolución científica.
    Sin embargo, a pesar de pertenecer a
    semejante exclusiva categoría, desde el
    principio fue (y continúa siendo) accesible
    para prácticamente todo tipo de lectores.
    Y ¿cuánto no habrá enseñado sobre
    la naturaleza, el mundo y sobre nosotros
    mismos ese libro histórico? Un libro, por
    cierto, cuya primera edición se agotó
    el mismo día en que salió a la venta.

    No olvidemos tampoco clásicos inmortales
    como son El sistema del mundo (1728), de
    Isaac Newton (no, por supuesto, el difícil
    aunque gigantesco Principios matemáticos de la
    filosofía natural, de 1687, o, como se suele
    denominar, los Principia), y el Tratado
    elemental de química (1789), de Lavoisier.

    Existen, asimismo, libros que fueron en su
    día obras de divulgación y que terminaron
    convirtiéndose en clásicos de la historia de la
    ciencia, pero que en la actualidad pueden
    desempeñar también la misma función de
    divulgación que he mencionado

    a propósito de clásicos del tipo de El origen de
    las especies o los Diálogos; libros que pueden,
    en definitiva, recuperar su carácter de obra de
    divulgación. Un ejemplo sobresaliente en este
    sentido es los Diálogos sobre la pluralidad de los
    mundos (1686), de Bernard le Bouyer de
    Fontenelle, el literato y secretario de la
    Academia de Ciencias de París, libro que en
    su tiempo logró un éxito extraordinario: en
    1757 se había reeditado 33 veces y traducido
    a varias lenguas. Las Cartas filosóficas (1734),
    de Voltaire, y las Cartas a una princesa alemana
    sobre diversos temas de física y filosofía (tres
    volúmenes, 1768-1772), de Leonhard Euler,
    son otros ejemplos de obras de ese tipo, obras
    en estos dos casos que están a caballo entre la
    divulgación, la filosofía y la ciencia.

    ResponderEliminar
  16. El siglo XVIII fue, por supuesto,
    especialmente propicio para la aparición de
    obras de divulgación científica que se
    convertirían en clásicos de la ciencia aún
    vigentes, pero también en el XIX es posible
    encontrar ejemplos: como el Ensayo filosófico
    sobre las probabilidades (1814), de Pierre Simon
    de Laplace, la Historia química de una vela
    (1861), de Michael Faraday, el texto de uno
    de los cursos que dictaba para públicos
    generales en la Royal Institution de Londres,
    y un libro que fue traducido a prácticamente
    todas las lenguas europeas, Sobre materia
    y movimiento (1876), de James Clerk Maxwell,

    o Introducción al estudio de la medicina
    experimental (1865), de Claude Bernard.
    Posteriores son “clásicos” como Mi infancia
    y juventud (1901) e Historia de mi labor
    científica (1923), de Santiago Ramón y Cajal,

    65 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Ponencias

    La lectura y las Ciencias

    Ciencia y método (1908), de Poincaré, El origen
    de los continentes y los océanos (1915), de Alfred
    Wegener, Los reflejos condicionados (1927),
    de Ivan Pavlov, ¿Qué es la vida? (1946), de
    Erwin Schrödinger, Diálogos sobre la física
    atómica (1969), de Werner Heisenberg,

    o La doble hélice (1968), de James Watson.
    Ayudaría, desde luego, disponer de
    ediciones anotadas y comentadas (algo así
    como unas “Guías de lectura”) de obras como
    éstas para su uso por estudiantes de
    Bachillerato.

    Tales son algunas posibilidades para
    ayudar, a través de la lectura, a los
    habitualmente denominados “legos en
    ciencia”, esto es, la mayor parte de la
    sociedad, a que se familiaricen con un
    universo, el científico, que desde hace mucho
    condiciona, aunque no se den cuenta de ello,
    las vidas de todos nosotros.

    66 Seminario de primavera 2004


    VI
    Un plan
    de desarrollo de
    la lectura

    Mercè Viana

    Asesora del Centro de Formación, Innovación y Recursos
    Educativos de Torrent (Valencia)


    Ponencias
    Un plan de desarrollo de la lectura

    “Las palabras y los sonidos, ¿no son arco iris...?
    Qué encantadora locura es la palabra: con ella,
    el hombre danza sobre las cosas.”

    Nietzsche

    “El niño no sabe aún gran cosa cuando no sabe más
    que descifrar con rapidez un texto. Lo que importa es el gusto
    y la necesidad que puede tener un libro.”

    Hélène Gratiot-Alphandéry

    L
    L
    a preocupación por formar lectores
    competentes es un hecho que día tras
    día va aumentando en los ámbitos
    educativos. El profesorado, desde sus centros,
    se pregunta qué hacer para que el alumnado
    lea algo más que las lecturas estrictamente
    académicas, de qué modo puede desarrollar
    una actitud positiva hacia la lectura o cómo
    puede conseguir que sus estudiantes
    conozcan y se introduzcan en el mundo de la
    ficción, ya que, como educador, es conocedor
    de su importancia y es consciente del valor
    educativo que encierra leer literatura.

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  17. En consecuencia, no puede extrañarnos
    que, llenos de buenas intenciones, se recurra,
    en muchas ocasiones, a la actuación
    de “animadores profesionales” para llevar
    a término escenificaciones u otros montajes
    alrededor de un libro con la esperanza
    de despertar en el alumnado la necesidad de
    su lectura. Sin embargo, si nos quedamos
    en estas actuaciones puntuales de carácter
    festivo o de juego, corremos el riesgo
    de desvirtuar el verdadero objetivo de lo
    que debería ser la animación lectora. Con esto,
    no cuestionamos el buen rato que
    seguramente pasarán los chicos y chicas que
    participen, ni tampoco que puedan favorecer
    la lectura de los libros que concretamente se
    trabajan en la sesión, pero lo que resulta más
    difícil de creer es que este tipo de actividades
    puedan conseguir el hábito lector.

    El acercamiento del alumnado al mundo
    de la lectura implica, en principio, partir de
    dos principios: que los libros que se les ofrecen


    sean buenas obras y que el profesorado sea
    un lector entusiasta, un lector capaz de
    emocionarse y de transmitir esas emociones,
    capaz de soñar y de invitar a que los niños
    y niñas sueñen, capaz de gozar viviendo las
    historias y de contagiar esas sensaciones. Un
    lector, en definitiva, que sienta la necesidad
    de leer y de transmitir esa necesidad, porque
    la mejor animación lectora es el ejemplo,
    ya que la lectura, por el tipo de actividad que
    supone, se vive, se imita. Si no partimos de
    estos principios, difícil lo vamos a tener
    para conseguir que nuestros estudiantes se
    conviertan en lectores. Se podrá, en todo
    caso, obligarles a leer las obras, como
    se obliga a aprender cualquier contenido
    curricular independientemente del interés
    que les despierta. Ahora bien, hemos de ser
    conscientes de que, como nos dice Pennac, el
    verbo leer no soporta el imperativo, igual que
    no lo soportan los verbos amar o soñar.

    Los profesores y profesoras necesitamos
    formarnos en este campo. Debemos proponer
    al alumnado una animación lectora que le
    haga entender la lectura como una

    68 Seminario de primavera 2004


    Ponencias

    Un plan de desarrollo de la lectura

    experiencia vital, que le haga reflexionar
    sobre los valores que encierran los libros, que
    le haga adquirir una verdadera sensibilidad
    estética, que le haga disfrutar, pero que
    también le lleve a pensar, a analizar, a criticar.
    En consecuencia, las actividades que
    propongamos en nuestra intervención
    didáctica deben llevar implícitas, entre otras,
    estas estrategias cognitivas si queremos ser
    consecuentes con lo que significa el acto
    lector. El acercamiento a la lectura, sin dejar
    de ser afectivo, también debe ser cognitivo.

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  18. Ahora bien, no sería justo hacer recaer
    toda la responsabilidad en el profesorado; eso
    supondría un planteamiento excesivamente
    reduccionista del problema. Conscientes
    de que la institución escolar no es agente de
    cambio, sino más bien facilitadora
    de pequeños cambios, el tema de la
    animación lectora hemos de plantearlo desde
    una perspectiva más global, más social.
    Si consideramos que el hábito lector se
    adquiere fundamentalmente imitando, la
    influencia del contexto familiar y social en el
    que se encuentran nuestros alumnos
    y alumnas va a ser fundamental. Los padres
    tienen una gran responsabilidad ante
    sus hijos, deben llegar a ser modelos lectores,
    visitar las librerías con ellos, ir a las
    bibliotecas y ferias del libro juntos... Hay que
    aprovechar cualquier lugar, acto

    o acontecimiento relacionado con el mundo
    del libro para acercar a sus hijos al mismo.
    De todos modos, los profesores y
    profesoras nos encontramos en nuestras
    escuelas con alumnos y alumnas procedentes
    de contextos familiares muy diversos: familias

    lectoras y familias que no lo son, familias
    que delegan en la escuela el descubrimiento
    y formación de sus hijos como lectores y
    familias que ni se lo plantean. Por lo tanto,
    deberemos seguir intentando el acercamiento
    de nuestro alumnado al mundo de la lectura
    y, para conseguirlo, nada mejor que elaborar
    un plan que lo fomente, un plan en el que, sin
    descartar las llamadas animaciones lectoras
    llevadas a cabo por profesionales, las
    pongamos en su justo lugar. Debemos
    procurar que el plan lector que diseñemos
    sea para todo el centro, como una manera de
    dar respuesta colectiva a un problema que
    también es colectivo; habrá que incorporarlo
    en la programación anual, dándole la misma
    importancia que a cualquier otro contenido
    curricular e implicando, en la medida
    de lo posible, a las familias de los escolares.

    Desde mi experiencia como asesora de
    lengua y literatura en el Centro de Profesores
    de Torrent (Valencia) desde 1988,
    y tratando de responder a las dos cuestiones
    que la organización de este Seminario
    de la Fundación Santillana me ha planteado,
    expondré, a continuación, diferentes modos
    que los centros de nuestra demarcación
    geográfica tienen de abordar la animación
    lectora.

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  19. ¿Cuál es el método más habitual que
    utiliza el profesorado para conseguir
    que su alumnado lea?

    a) Normalmente, los centros se apoyan

    en el modelo de lectura que le ofrece

    su editorial de confianza. Unas veces

    69 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Ponencias

    Un plan de desarrollo de la lectura

    se reciben con el libro las actividades
    propuestas para la explotación del texto,
    y otras, el profesor o profesora escoge un
    título y negocia con la editorial la visita
    de su autor o autora. En esta segunda
    posibilidad, el alumnado lee el libro
    motivado por la posterior visita. Se realizan
    trabajos sobre los personajes que forman
    parte de la obra, sus características, sus
    acciones y se prepara la visita del autor o
    autora. Esto último debe aprovecharse no
    sólo para que el alumnado le o la conozca
    personalmente, sino también para
    despertar el deseo de seguir leyendo sus
    obras y para elaborar cuidadosamente una
    entrevista en la que queden
    reflejados todos los interrogantes que les
    ha sugerido la lectura del libro.
    De este modo, el acto pierde su carácter
    escolar convirtiéndose en un acto
    cultural.

    Si esto es así, podemos apuntar que las
    editoriales tienen una responsabilidad
    importante en las tareas de animación a la
    lectura. En función de los planteamientos
    didácticos sugeridos, el alumnado se
    sentirá animado a abordar la lectura de
    otro libro o, por el contrario, lo hará a
    desgana.

    b) Otro modo de trabajar, y no les podría
    decir si se da con la misma frecuencia que
    el anterior, es el de obligar a leer, a lo largo
    del curso, un número determinado de
    libros, escogidos por el profesor,
    independientemente de lo que se ofrezca
    desde las editoriales. Su lectura suele ir

    acompañada de actividades técnicas

    y lúdicas.

    c) El tercer modelo más habitual es aquel en
    el que:

    1. El profesor o profesora escoge un libro,
    de mutuo acuerdo con los padres del
    alumnado, sin que éste lo sepa.
    2. Se preparan actividades previas a la
    lectura del libro, para desarrollar durante
    la lectura y posteriores a la misma. En la
    mayoría de estas actividades se trabaja
    la comprensión lectora, especialmente
    cuando se trabaja con hipótesis de
    contenido.
    d) Otra manera de abordar la animación
    lectora es la utilizada con alumnado de
    escasa experiencia lectora. Las actividades
    propuestas por el profesorado las
    clasificamos en:

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  20. 1. Utilización de técnicas que crean
    expectativas:
    • Utilización de objetos contenedores.
    • Utilización de técnicas gráficas.
    • Mensajes continuados.
    En esta fase incluimos, si el profesorado
    lo considera oportuno, un trabajo sobre la
    portada y contraportada del libro con el
    objeto de que el alumnado lance hipótesis
    sobre el contenido de la obra a partir de su
    título. También deben aprovecharse los
    datos biográficos, si los hubiera, de su autor

    o autora para posibles trabajos.
    70 Seminario de primavera 2004


    Ponencias

    Un plan de desarrollo de la lectura

    2. Actividades propuestas durante la
    lectura:
    • Realizar cómics sobre el capítulo leído,
    elaborar hipótesis de contenido y
    generar preguntas cuyas respuestas
    puedan conocer en el capítulo
    siguiente.
    3. Actividades posteriores a la lectura:
    • Comprobar las hipótesis planteadas al
    principio del libro (cuando se ha
    trabajado la portada), juegos de
    dramatización, debates, fichas técnicas,
    transformación del cuento en cómic,
    contar la historia a otros alumnos,
    creación de nuevas historias...
    ¿Qué prácticas didácticas actuales
    son más innovadoras?

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  21. Como disponemos de un tiempo limitado,
    expondré sólo algunas de ellas.

    a) Campañas de animación lectora:

    Las campañas, aunque siempre están
    organizadas por el profesorado hasta el
    último detalle, se plantean de modo que
    parezcan ser los alumnos y alumnas de los
    últimos cursos de Primaria los que las
    promueven.

    Algunas de las actividades posibles:

    1. Los alumnos de los últimos cursos
    trabajan los cuentos que han de leer los
    pequeños, los analizan y hacen un
    resumen de los mismos.
    2. Copian parte del cuento que han
    trabajado o escriben el resumen
    del mismo en enormes cartulinas
    que se colocarán por delante y por
    detrás convirtiéndose en “NIÑOS

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  22. CUENTO”.
    3. Los “niños cuento” visitan las clases
    de los más pequeños para contarlo
    parcialmente y los invitan a que acudan
    a la biblioteca a terminar de leer la
    historia que personifican.
    4. Trabajo de investigación y de análisis de
    rol de los personajes de los cuentos. Para
    ello:
    • Los alumnos de los últimos cursos
    llevan a cabo una investigación sobre
    los cuentos tradicionales.
    • Elaboran informes de autores, de
    obras…
    • Analizan el rol de los personajes de los
    cuentos que van leyendo.
    • Trabajan la biografía y autobiografía.
    • Inventan nuevos roles para los
    personajes.

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  23. • Estos trabajos se exponen en grandes
    paneles por las paredes del colegio,
    acompañados de frases que inviten
    a escribir cuentos sobre ellos. Con
    esta actividad se pretende llamar la
    atención del resto del alumnado
    y motivarle a escribir. Paralelamente,
    el profesorado prepara en el aula una
    biblioteca itinerante sobre un tema
    determinado.
    71 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Ponencias

    Un plan de desarrollo de la lectura

    b) Actividades diversas con el objeto de animar
    a leer:

    1. La hora mágica.
    Igual que los programas de la radio o
    de la TV tienen establecido un horario,
    la clase también puede determinar un
    tiempo al día o a la semana para leer
    un libro.

    Es interesante que, de vez en cuando, sean
    personas ajenas a la escuela (ancianos,
    padres...) las que cuenten historias.

    c) Investigadores de cuentos:

    Esta actividad tiene como objetivo implicar
    al alumnado de una manera activa en las
    diversas temáticas que han hecho posible las
    historias.

    Para ello, el profesor o profesora planteará
    en clase la posibilidad de investigar sobre
    todo lo que se ha escrito sobre un tema:
    leyendas, cuentos de animales, cuentos
    fantásticos, etc.

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  24. Esta actividad es muy educativa
    e instructiva, ya que el alumnado aprende
    a investigar en las bibliotecas, toma nota
    de la información, expone su trabajo
    a los compañeros y compañeras, etc.

    Actividades cognitivas que se trabajan:

    • Lectura, selección de las lecturas, resumir,
    exponer...
    Otra actividad es la que hace referencia a la
    investigación antropológica:

    Los alumnos se ponen en contacto con las
    personas mayores de su barrio o de su pueblo
    para que les cuenten las historias o cuentos
    que recuerdan. Los alumnos y alumnas
    pueden grabarlas o escribirlas para
    transmitirlas a los compañeros y compañeras
    de clase.

    d) Exposición de portadas:

    El profesor o profesora fotocopiará las
    portadas de diferentes libros y las expondrá
    en clase.

    Los alumnos escogerán una de ellas,
    la pintarán y escribirán la historia que les
    sugiera.

    Por último, deberán leer el cuento original
    y compararlo con el que ellos han escrito.

    e) Visitas a librerías, ferias del libro y charlas con

    bibliotecarios, con autores u otras personas

    relacionadas con el mundo del libro.

    f) El libro viajero:

    Se trata de la confección de un libro
    gigante de historias que van escribiendo
    las familias de los chicos. Cada semana lo
    tendrá una familia.

    g) Del cuento a la película:

    Este modo de trabajar la animación lectora
    se está desarrollando concretamente
    en el C. P. Juan Carlos I de Almenara
    (Valencia). El iniciador ha sido un profesor,
    Mario Viché, y, en la actualidad, es todo el
    colegio el que trabaja del mismo modo.

    72 Seminario de primavera 2004


    Ponencias

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  25. Un plan de desarrollo de la lectura

    El proyecto se compone de actividades
    literarias, lingüísticas y también
    extralingüísticas. El esquema sería el siguiente:

    1. Lectura colectiva del libro seleccionado
    dentro del Plan Lector del centro.
    2. Trabajo de comprensión lectora: estructura,
    personajes, lugares, contenido,
    conocimiento del vocabulario, de las
    estructuras sintácticas y reconocimiento de
    las ideas fundamentales de la obra.
    3. Trabajo de expresión oral en torno a la
    interpretación del texto.
    4. Planificación de la película: elaboración
    del guión, reparto de papeles, toma de
    decisiones sobre el vestuario y
    localizaciones, plan de rodaje
    y memorización de los textos.
    5. Rodaje.
    6. Visionado del montaje realizado y
    propuestas de mejora.
    7. Trabajo de postproducción: doblaje de
    secuencias, elección de músicas.
    8. Presentación de la película al autor o
    autora de la novela y coloquio.
    9. Presentación pública en la Casa de la
    Cultura de la población durante la Semana
    de la Literatura.
    Y, para acabar mi intervención, tan sólo
    remarcar las dos ideas fundamentales con las
    que he empezado mi exposición.

    • La necesidad de crear un ambiente lector
    alrededor del niño tanto en el ámbito
    escolar como en el familiar y el social.
    • La necesidad de seleccionar obras
    adecuadas para el alumnado que tenemos,
    así como una intervención didáctica
    permanente con actividades novedosas,
    lúdicas y cognitivas.
    Como educadores, somos responsables de
    una parcela de la educación de nuestros niños
    y niñas, y todos sabemos que una buena
    educación pasa, ineludiblemente, por hacer
    de nuestro alumnado personas que lean,
    personas que sepan descubrir la magia de las
    palabras para envolverse con ellas.

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  26. Bibliografía

    BLOOM, H. Com llegir i per què. Barcelona: Empúries:
    Anagrama, 2000.

    BORTOLUSSI, M. Análisis teórico del cuento infantil.
    Madrid: Alambra, 1987.

    CALVINO, I. Por qué leer a los clásicos.
    Barcelona: Tusquets, 1992.

    CONE BRYANT, S. El arte de contar cuentos.
    Barcelona: Hogar del libro, 1987.

    FLUIXÀ VIVAS, J. A. Jocs i estratègies d’animació a la
    lectura. València: Conselleria d’Educació i Ciencia,
    1995.

    ENCUENTRO IBEROAMERICANO PARA LA EDUCACIÓN
    LECTORA (1988. Madrid). La educación lectora.
    Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2001.

    MARTÍN ROGUERO, N., DELEGADO ALMANSA, M. C. Y
    DOMÉNECH MARTÍNEZ, C. Animación a la lectura:
    ¿cuántos cuentos cuentas tú? Madrid: Popular, 1996.

    73 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Ponencias

    Un plan de desarrollo de la lectura

    MORENO, V. El deseo de leer: propuestas creativas para
    despertar y mantener el gusto por la lectura.

    Iruña: Pamiela, 1985.

    PENNAC, D. Como una novela.
    Barcelona: Anagrama, 1993.

    RODARI, G. Gramática de la fantasía: introducción al arte
    de inventar historias. Barcelona: Ediciones del Bronce,
    1998.

    RUEDA, R. Recrear la lectura: actividades para perder
    el miedo a la lectura. Narcea, 1994.

    SARTO, M.ª M. La animación a la lectura.
    Madrid: SM, 1988.

    74 Seminario de primavera 2004


    VII
    Clausura

    Alejandro Tiana

    Secretario General de Educación del Ministerio
    de Educación y Ciencia


    Clausura
    Clausura

    M
    M
    uchas gracias. Para mí es una
    satisfacción y estoy muy agradecido
    de que me hayan invitado a estar
    hoy aquí, aunque hay que reconocer que la
    Fundación Santillana es reincidente en
    invitarme porque ya lo hizo cuando era
    profesor de la UNED y director general de la
    OEI y lo hace ahora que ocupo este cargo en
    el Ministerio de Educación. Son constantes
    en invitarme y creo que no en función de
    estar ocupando un cargo u otro, sino como
    Alejandro Tiana, estudioso de la educación,
    que es lo que en el fondo me siento. Siempre
    he tenido interés en conocer los entresijos del
    sistema educativo y me he preocupado por
    cómo podemos mejorarlo, así que me siento
    muy agradecido por estar hoy también en
    este Seminario de primavera, ya quinto de los
    que se celebran.

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  27. La verdad es que el seminario de hoy,
    como todos los que convoca la Fundación
    Santillana, ofrece un buen espacio de
    reflexión y además está centrado en un
    elemento que en los últimos tiempos
    –siempre, podríamos decir, pero en los
    últimos tiempos especialmente– ha
    demostrado que es clave para la construcción
    de la cultura personal y colectiva, en la que,
    en última instancia, consiste la educación,
    tanto en el ámbito personal como en el
    ámbito social. La lectura es un asunto que,
    desde luego, requiere atención en el sistema
    educativo y, como persona que ha estudiado
    las reformas educativas, lo que ha sido la
    evolución reciente de la educación, me
    atrevería a decir, si mi buen colega García


    Garrido no discrepa mucho conmigo, que las
    reformas curriculares de los años 90 fueron
    un elemento detonante porque pusieron
    encima de la mesa una reflexión fundamental:
    qué cultura debemos desarrollar para la
    sociedad que queremos construir. Y eso llevó
    desde la abundancia de materias y de
    asignaturas –abundancia excesiva en algunos
    casos– hasta una reflexión sobre qué es lo
    básico que debe hacer la escuela, aquello que
    la escuela no puede dejar de hacer sin
    perder lo que es su elemento nuclear. Quizá
    la lectura es uno de esos elementos nucleares
    de la escuela a los que se vuelve, pero a los
    que se vuelve dotándolo de complejidad, no
    simplemente diciendo que es importante leer
    como siempre se ha leído.

    Me he perdido algunas de las sesiones
    de esta mañana, pero por las preguntas que
    he escuchado, y conociendo a mis buenos
    amigos Emilio o José Antonio y las
    investigaciones que hacen, habrán visto
    ustedes que la comprensión lectora
    no es un asunto nada sencillo y que enseñar
    a comprender lo que se lee excede

    76 Seminario de primavera 2004


    Clausura

    las imágenes muchas veces tópicas que
    poseemos sobre lo que es enseñar a leer.
    Y yo creo que eso ha llevado además
    a la convicción de que es muy importante
    desarrollar la competencia lectora y me
    atrevería a decir, sin suplantar la voz de
    los especialistas que han venido ustedes
    a escuchar, que su desarrollo es una tarea
    compleja y compartida. En un reciente
    encuentro con editores de toda España, decía
    que, en lo que se refiere a lo que significa
    aprender a leer, poniéndonos en el otro lado,
    enseñar a leer, hay al menos tres elementos
    fundamentales: uno es preparar para la
    lectura, otro es propiamente enseñar a leer
    y otro es motivar o animar, como decía
    Mercè, a la lectura. Esas tres tareas,
    que son fundamentales, no son sólo tareas
    de la escuela, sino también de la familia
    y del medio social.

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  28. Como ustedes saben, los trabajos de
    evaluación realizados en diversos lugares han
    puesto de relieve que lo que los alumnos son
    capaces de desarrollar en cuanto a lo que se
    refiere a comprensión de la lectura tiene
    mucho que ver con la preparación que han
    recibido en sus primeras edades, y eso, en
    buena medida, es el resultado de la actitud de
    los padres en relación con el aprendizaje de
    elementos básicos, cosas tan simples,
    aparentemente, como leer cuentos, jugar con
    letras o cosas similares. Por tanto, hay toda
    una tarea preparatoria que excede a la
    escuela, pero que la escuela puede y debe
    compensar en determinados casos, y tiene
    que ver con la preparación de nuestros
    jóvenes para el aprendizaje escolar, no

    solamente en este campo, aunque también
    en él. Después, la escuela tiene un papel
    fundamental en la enseñanza de la lectura,
    que a los que trabajamos en el sistema
    educativo nos debe preocupar, es decir,
    cómo podemos mejorarla, porque sabemos
    que enseñar a leer es algo complejo, no es
    simplemente descifrar letras o comprender
    textos sencillos, es comprender textos
    de diverso tipo, textos científicos, textos
    literarios, textos que nos transmiten
    instrucciones, textos que nos ayudan a
    deleitarnos, textos que leemos en pantalla,
    textos que leemos en papel, textos que
    construimos, textos que recibimos. Por tanto,
    es fundamental que todo eso se aprenda en la
    escuela, no simplemente una parte de eso,
    sino todo. Y es complicado, pero irrenunciable.
    Y respecto a la tarea de motivación, de
    animación, creo que es una tarea en la que
    tanto la familia, como la escuela, como el
    medio social, tienen mucho que hacer.

    Para mí es un honor estar con personas
    como las tres que esta tarde nos han hablado.
    Desgraciadamente, Mercè Viana me ha
    pillado un poco mayor y ya no estoy en
    Primaria para recibir los frutos de esa tarea de
    animación, pero les puedo asegurar que José
    Manuel Sánchez Ron y Carlos García Gual
    me han motivado a la lectura a través de la
    prensa, de las cosas que han escrito. Bueno,
    quién no se ha sentido tentado de releer los
    mitos clásicos después de leer algún
    comentario de Carlos García Gual en Babelia,
    por ejemplo, sobre cualquiera de los libros
    recientemente publicados.

    77 La competencia lectora, clave del aprendizaje


    Clausura

    La motivación para la lectura es algo más
    complejo, que va mucho más allá del
    aprendizaje lector y en lo cual todos estamos
    implicados. Por tanto, el sistema educativo no
    debe renunciar a cumplir ni debe olvidar su
    tarea fundamental, pero tampoco puede
    sentirse el único actor en una labor que
    excede con mucho su ámbito y sus fuerzas.
    Es una tarea de convicción y motivación
    social para la lectura, de la cual nuestros
    jóvenes y nosotros mismos seremos al final
    beneficiarios. En ese sentido, el sistema
    educativo tiene un quehacer muy importante,
    pero no podemos olvidar que el estímulo de
    la lectura no sólo es responsabilidad del
    sistema educativo. Desde el Ministerio de
    Educación y Ciencia, y junto con el
    Ministerio de Cultura, vamos a continuar con
    el Plan de Fomento de la Lectura que
    desarrolló anteriormente el Ministerio de
    Educación, Cultura y Deportes, recogiendo y
    reforzando las que creemos que han sido
    buenas experiencias y quizá revisando
    aquellas que pueden ser mejorables.

    ResponderEliminar
  29. Termino ya animando a la Fundación
    Santillana y a todos ustedes a continuar la
    reflexión. Como saben, desde el Ministerio de
    Educación y Ciencia estamos embarcados en
    la revisión de las normas legales, pero yo soy
    historiador de la educación y no puedo dejar
    de ser un poco escéptico sobre la función del
    papel oficial para cambiar la realidad
    educativa. Hay que hacerlo, es un empeño
    necesario, pero no suficiente. Yo creo que la
    tarea de la reforma de la educación, que es
    algo que nos excede a todos los que estamos
    transitoriamente en la administración

    educativa, exige la participación de todos
    y por eso quiero animarles. Creo que su labor
    es fundamental, como profesores, como
    responsables de organizaciones educativas,
    como inspectores, como directores de centros
    escolares. La nuestra, la de la administración
    educativa, es simplemente la de poner los
    medios para que ustedes puedan desarrollar
    esa tarea que es realmente la importante.
    Quiero animarles a todos ustedes a seguir
    participando en este tipo de actividades y,
    lo que es más importante, en su actividad
    diaria, en su lugar de trabajo concreto.
    Y quiero animar a instituciones como la
    Fundación Santillana a que nos faciliten
    ocasiones para el debate, porque creo que de
    ahí algo podremos aprender para mejorar
    nuestro sistema educativo. Muchas gracias.

    78 Seminario de primavera 2004

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